domingo, 17 de mayo de 2009

LA RUTA DEL SUR - Parte 02

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LA RUTA DEL SUR
Ticlla, el génesis.


Caramba, hace meses que no actualizo mis Notas del Trotamundo, pero como dicen por allí, más vale tarde, un poquito tarde diría yo, que nunca. Así que acá voy. Quedé al pendiente de comentarles más de este maravilloso lugar ubicado al sur de Lima, la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas. ¿En qué me quedé? Ah sí, claro, estaba contemplando ese extenso bosque arriba de Vilca, una de las joyas de este lugar y salía de un letargo en el que me había sumido, el ruidoso trueno me hizo volver, hora de continuar más arriba. Tanta me espera esta vez.

El camino sube y serpentea dibujando la forma de las montañas, mientras a un costado el río Cañete baja, por momentos sereno y plácido, por momentos embravecido. Ya son casi las cuatro de la tarde y según Carlitos, la ruta se tornará más brava. Y dicho y hecho. ¡¡¡Hey cuidado!!! y vamos hacia la izquierda, ¡¡¡hey cuidado!!!, a la derecha, ¡¡¡que tal camino!!!, pero eso es parte de esta ruta, la aventura pura. Hasta que llegamos a una extensa pampa, ya en territorio de Junín, hacia el otro lado de la reserva. El sol se empieza a poner en el horizonte y sin darnos cuenta volvemos a entrar en Lima, hemos dado una inmensa curva desde Vilca, así de caprichosos son los caminos acá en la cordillera. La 4 x 4 está calientita, ni cuenta nos hemos dado del frío y el sueño nos está venciendo cada vez más, volteo hacia atrás y veo a Iván rendido en los brazos de Morfeo. Dando trompicones llegamos a Tanta entrada ya las 9 de la noche. Al salir del carro, la realidad me dio de sopapo, el frio entró por todos lados hasta por donde no lo habían invitado, estábamos en Tanta, a más de 4000 metros de altitud y a la mañana siguiente emprenderíamos una de las más alucinantes rutas de caminata. Pero antes de irse a dormir, vale bien una taza de mate de coca súper caliente.

¿Saben? Nunca antes me había literalmente sentido aplastado por tal cantidad de frazadas, es que con el frío que hace, los de nuestro alojamiento en la municipalidad no han escatimado en brindarnos sendas frazadas para cubrirnos. Ya fuera y al reparar en el sol que se asoma en el este, cual vizcacha busco el cálido brillo, ¿cálido?, bueno a estas alturas eso es solo un decir pues el frío se regodea en este mágico lugar, resguardado por la majestuosa estampa del Apu Pariacaca, señor de estas tierras que imperturbable se levanta hacia el norte de Tanta. El desayuno, en base a panes, harto queso, canchita y un humeante café de sobre, nos prepara para la travesía hacia el origen del río Cañete, allá arriba, más arriba de Tanta. Y partimos con todas nuestras expectativas por ser de los pocos privilegiados que han recalado por estos lares. Además, el tiempo está de nuestro lado, pues el sol ha sido benevolente y nos está regalando su brillo.


Caminamos hacia el sur, subiendo por una extensa pampa que se pierde en el horizonte. En el camino hatos de ovejas, llamas y alpacas corren libres en la inmensidad de este pedazo de altiplano, anidado de bofedales y corralitos de pastores. A la distancia el Pariacaca, con su resplandeciente manto de prístino hielo y nieve, nos vigila sereno. -Ya falta poco- nos apura Carlos -es allá- y en la distancia los reflejos de Ticllacocha, la laguna madre del río Cañete, si aquel que hace posible la vida en el fértil valle de Lunahuaná y que dibuja los hermosos paisajes de la Reserva de Nor Yauyos Cochas, nos dan la bienvenida. Han pasado más de tres horas desde que salimos de Tanta y al fin tocamos aguas de Ticllacocha, un enorme espejo de agua reposando a más de 4400 metros sobre el nivel del mar y alimentado por los deshielos del nevado Ticlla, que se levanta imponente hacia el fondo de la quebrada, hasta la cota de los 5897 msnm, en su blanca cima. El paisaje a nuestro alrededor es sencillamente espectacular y la sensación de libertad y plenitud es abrumadora.¡¡¡Hemos llegado!!! Que importan ya el frío y la disnea que nos golpea por la falta de oxígeno. A mí ahora sólo me importa gozar de lo que estoy observando, sólo me importa fotografiarlo y plasmar parte de ese espíritu que ahora respiro. Que privilegio la verdad, que especial privilegio se siente al estar por lugares como este, a casi 4500 metros de altitud y sentirse parte de este tesoro. ¿Saben? Es como si fuéramos descubridores, eso, así me siento, como el descubridor de una nueva tierra. El tiempo pasa, hora de retornar.

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